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NO ESTOY LLORANDO, SE ME HA METIDO ALGO EN EL OJO. O el daño de los introyectos.




Una y otra vez se sigue escuchando  a padres o madres que en el parque le dicen a sus hijos: los niños no lloran. Ellos no tienen la culpa, sólo comunican un mensaje que recibieron a la vez de sus padres. El problema del mensaje es que es mentira, los chicos lloraran tanto como las chicas...cuando les dejan, o cuando no les ven.

Sin embargo, no es raro ver  personas, sobretodo hombres, que en consulta no pueden llorar, incluso aunque les gustaría para poder liberarse. Sufren una especie de estreñimiento emocional que genera bastante malestar. Tal es la fuerza que los mensajitos repetidos de papá y mamá llegan a  tener. Como esa tortura china de la gotita en la cabeza. Estos mensajes, en psicología humanista, los llamamos INTROYECTOS. Son sentencias, valores, ideas más o menos explícitas que recibimos sobretodo de nuestros padres, o del sistema familiar. Van calando en lo más hondo del niño hasta camuflarse, sin saber luego el adulto qué es suyo y qué se ha tragado sin digerir. No es malo recibir valores de la familia, cuando son asumidos libremente, el problema es hacer de uno un mensaje por "solidadirdad". Es decir, un itroyecto sería como tragarse la comida que los padres (con la mejor de las intenciones) le dan al niño, pero sin masticar, provocando fuertes dolores de barriga, quizás úlceras o vómitos... Los mensajes y valores que nos da nuestra familia pueden ser igual, pueden ayudar a construir un adulto íntegro y sano, o pueden entrar en conflicto con los verdaderos valores del adulto posterior, causando mucho daño. 

Es fundamental que nos demos cuenta de estos introyectos, que de una u otra forma, hemos ido recibiendo en nuestra infancia y adolescencia, y examinar cuáles nos hacen felices (o nos fueron útiles en un momento de nuestra historia) y cuáles nos hacen la vida más difícil, o ya se nos antojan inútiles. 

Reaprender a llorar me ha costado muchas horas de terapia, y no hay nada más reparador que poder expresar libremente una emoción genuina. Nadie debería cuestionar lo que sentimos, nadie debería reprimir una emoción. Todas son irracionales pero adaptativas. Todas son legítimas. ¿Quién les ha puesto género? ¿Quién ha dicho que unas sean buenas o malas? La tristeza no es rentable para una sociedad consumista, porque nos lleva a resguardarnos en la cama para valorar lo que nos hace infelices, para reestructurar lo que falla...Pero no le gusta eso al capitalismo, porque llorar es gratis, es mejor ir de compras si eres mujer, o de putas si eres un hombre. La tristeza no se pude comprar, es tuya, ámala y no huyas de ella...seas hombre o mujer, te pertenece. 

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